miércoles, 1 de diciembre de 2010

El camino de René

En la mañana, cuando nada hace apurar sus pasos, René camina las calles desiertas. René tiene bien claro que en algún momento tendrá actuar. Las cosas no andan muy bien, él sabe que sus ojos detectarán el momento. Mientras camina ve la sombra de los árboles, su quietud, siente el aire pesado, la humedad y el calor, todo lo siente. Pero René no puede detener la marcha; en el camino encontrará la medida, el entusiasmo, la acción, la confirmación.

viernes, 19 de noviembre de 2010

En la búsqueda

Olson estaba en la búsqueda de algo nuevo, algo que realmente cumpliera sus deseos. Cada día probaba agregando un elemento diferente, añadía algo que no pudiera entrar en la lógica de los preparados. Un elemento sorpresivo que pudiera enriquecer o enrarecer la pócima. No tenía descanso en la deseosa búsqueda. Cada mañana un nuevo desafío, un nuevo enfoque, una nueva matriz. Estaba seguro de que en algún momento encontraría el elemento que faltaba, el elemento complementario. Se levantaba e iba directo a la cocina, que era su laboratorio. Probaba la pócima del día anterior y no le satisfacía; entonces ponía manos a la obra, buscaba un nuevo extraño elemento y lo incorporaba. Así se sucedían los días de Olson: ensayo- error, ensayo- error. De a poco iba sintiendo los efectos de cada pócima. Olson no estaba comprendiendo que la búsqueda se había alargado demasiado, que los elementos secundarios no compatían con los elementos principales. El milagro estaba lejos de llegar a ser. Sus fuerzas empezaron a flaquear. Comenzaron a ser menos frecuentes sus visitas al laboratorio, pero más frecuentes sus horas de sueño y de olvido. Olson trataba de no pensar en el elemento mágico, pero éste se le aparecía en todos sus sueños. Se despertaba y se golpeaba la cabeza con sus propias manos. Estaba realmente agotado de tanta búsqueda. Cada día se había convertido en una tortura tediosa, en un tormento irrevocable. Olson ya no quería pensar en nada, ya no quería sentir. En medio de nubes negras, paredes inviolables; un laberinto inesperado lo esperaba. A cierta hora, en cualquier día, Olson murió. Así entonces, el elemento milagroso habitó en todo el territorio no alcanzado.
 

En la búsqueda

Olson estaba en la búsqueda de algo nuevo, algo que realmente cumpliera sus deseos. Cada día probaba agregando un elemento diferente, añadía algo que no pudiera entrar en la lógica de los preparados. Un elemento sorpresivo que pudiera enriquecer o enrarecer la pócima. No tenía descanso en la deseosa búsqueda. Cada mañana un nuevo desafío, un nuevo enfoque, una nueva matriz. Estaba seguro de que en algún momento encontraría el elemento que faltaba, el elemento complementario. Se levantaba e iba directo a la cocina, que era su laboratorio. Probaba la pócima del día anterior y no le satisfacía; entonces ponía manos a la obra, buscaba un nuevo extraño elemento y lo incorporaba. Así se sucedían los días de Olson: ensayo- error, ensayo- error. De a poco iba sintiendo los efectos de cada pócima. Olson no estaba comprendiendo que la búsqueda se había alargado demasiado, que los elementos secundarios no compatían con los elementos principales. El milagro estaba lejos de llegar a ser. Sus fuerzas empezaron a flaquear. Comenzaron a ser menos frecuentes sus visitas al laboratorio, pero más frecuentes sus horas de sueño y de olvido. Olson trataba de no pensar en el elemento mágico, pero éste se le aparecía en todos sus sueños. Se despertaba y se golpeaba la cabeza con sus propias manos. Estaba realmente agotado de tanta búsqueda. Cada día se había convertido en una tortura tediosa, en un tormento irrevocable. Olson ya no quería pensar en nada, ya no quería sentir. En medio de nubes negras, paredes inviolables; un laberinto inesperado lo esperaba. A cierta hora, en cualquier día, Olson murió. Así entonces, el elemento milagroso habitó en todo el territorio no alcanzado.